martes, 22 de mayo de 2012

“El que se mete a redentor, sale reventado” Breve esbozo de las relaciones laborales en el capitalismo mesoamericano

En la actualidad se han acuñado una serie de discursos y retóricas sobre la igualdad, asentados sobre el capitalismo moderno; entre las que podemos contar las retóricas de igualdad de oportunidades para todos. En el capitalismo tardío occidental estas condiciones han sido explicadas en las condiciones del trabajo, que se han generado para las clases medias. Cuestiones como tiempo libre, jornadas de trabajo establecidas, estabilidad laboral y seguro social, consiguieron que los sindicatos y los gremios moderaran sus demandas. Sobre todo cuando consideramos que las luchas por las condiciones favorables de trabajo, se han mudado al campo de los objetivos que se tienen como individuos.

No obstante, en Guatemala observamos otras condiciones del capitalismo tardío. En primer momento tengo que aclarar que no puedo abordar el concepto de clases sociales, porque estamos ante burocracias, tanto privadas como públicas, que ofrecen servicios para la producción relacionada con la tenencia feudal de la tierra. Por lo que podríamos hablar más bien de estamentos sociales. Probablemente las remesas que vienen del trabajo de los migrantes en Estados Unidos, sirvan para pagar servicios como salud, educación, seguridad, etc. que ofrecen los estamentos medios.

Contrario al capitalismo tardío occidental, en Mesoamérica las luchas por condiciones justas de trabajo no han mudado a un campo de negociación de ventajas de trabajos cada vez más creativos y libres. Sino que se han trasladado a la monotonía que establece que las personas no pueden conseguir nada a través de las luchas laborales. No quiero decir que las constantes vulnerabilidades no sean percibidas, sino que las personas consideran que la reflexión sobre ello es sencillamente inútil y con ello dejan de teorizar al respecto. La monotonía se hace patente en expresiones tales como “el que se mete a redentor, sale reventado”. Así se trasladan al campo de la motivación personal. No hay duda que el auge del “positivismo” y la “buena vibra” estén tan de moda hoy más que nunca. Al no reflexionar sobre la vulnerabilidad y las deficiencias laborales, los estamentos medios de trabajadores se quedan sin la posibilidad de articular sus demandas. Con ello obtenemos lo que Honnethi llama la “desverbalización”.

Cuando no se provee de las condiciones laborales mínimas, los trabajadores lo aceptan con mutismo por la improbabilidad de demandarlo colectivamente. Antaño las demandas laborales fueron articuladas por medio de los sindicatos. Aunque la historia reciente nos muestra que fueron silenciados por medio de la fuerza, la desaparición forzada y el asesinato. Ello ha generado desmoralización ante las pretensiones sociales de mejores condiciones laborales. Los asalariados han llegado a la apatía, porque sus luchas pueden obtener más bien represión y exclusión antes que seguridades laborales. En tanto, en las ideologías libertarias, liberales y neoliberales, se refuerza la creencia que los problemas laborales se solucionarían por una suerte de esfuerzo e iniciativa individual. Con ello se debilita la constante que el gobierno tendría que ser el garante de las condiciones laborales, por medio de reforzar las retóricas sobre que las soluciones provienen de las iniciativas individuales. De esa manera se desarticula el ya desvencijado tejido social. A ello debemos sumar los graves problemas de pobreza extrema y miseria en el que viven las mayorías de indígenas en este país. Que también se pretenden dilucidar en las mismas retóricas de igualdad de oportunidades. Junto a ello, debemos considerar la plusvalía social de los grupos que reclaman un origen europeo o estadounidense. Así, podríamos obtener un breve esbozo del capitalismo en el que vivimos.

i Honneth, Axel (2011). “La sociedad del desprecio”. Madrid: Trotta. pp. 65-73.

No hay comentarios: