miércoles, 18 de febrero de 2009

Canto primigenio

Sólo déjame aquí,

pegado a tu cuerpo,

agarrado por tus infinitas cuentas de colores,

sostenido por los hilos de tu espalda;

mientras escucho el crujir de la piedra negra

contra la carne blanca.

Maíz que mana leche,

mientras tus dedos negros

me alimentan con sus masas blancas

recién salidas de la piedra negra.

Los dedos negros me esculpieron;

la cabeza blanca,

pero se cuidaron,

de dejarme la rabadilla morada.

3 comentarios:

Lilly Soto Vásquez dijo...

El problema es no sòlo entender la realidad, para ello hay que estudiarla y aprehenderla y proponer soluciones.

En momentos de post-modernidad y con grandes conflictos en las formas organizativas de la poblaciòn, ¿Cuàl es la imagen de guatemala desde Alemania? . Saludos y un gran abrazo, lilly soto

Anónimo dijo...

Sencillo y bello poema que nos recuerda la poesía de Roberto Obregón, la de Arango y algunos atisbos de la de Ak'ab'al; pero, sobre todo, es la poesía de Marlon Urizar, quien va en pos de sus raíces, en busca de una voz que cada vez se perfila más propia, más suya y, por ende, más natural. Adelante Marlon, seguí creando... y desde ya, gracias por compartir-te...

Textos de Luis A. De León Tobar dijo...

Me recordó a Quiche
me recordó a la primera y única vez que visité el lugar dónde nació mi madre.
Me recordó a mi identidad y sus aristas y sus colores.